Está feo que siendo hombre venga aquí a deciros lo malos que somos todos con las mujeres. Eso ya lo sabéis. Es lo que viene siendo un mansplaining de toda la vida. Pero como en casi todo lo que escribo en mi blog voy a hablar desde la experiencia. En este caso de de cuatro mujeres muy cercanas y cómo las ha tratado el sistema sanitario español.
Esta mañana he sido testigo de cómo todo el peso del sistema puede caer sobre una mujer por el hecho de no ser hombre. Por ser catalogada de histérica. Un sistema que nunca ha tomado en serio a las mujeres.
En el ejemplo uno una madre de familia separada va a salud mental por un problema de escapes de su hijo y acaba saliendo en shock después de escuchar que poco más o menos la culpa es suya por no tener una buena relación con su expareja.
Eres una histérica, asúmelo
Yo no sé qué es lo que enseñan en las facultades de psicología ahora, pero está claro que empatía no. La psicóloga en cuestión era una chica joven que rondaría los treinta. Este dato es importante, porque considero que sin una experiencia vital amplia no se puede empatizar con nadie. Si no te han traicionado. Si no te han robado. Si no te han mentido a la cara. Si no has sentido dolor de verdad. Si no has perdido a ningún ser querido. Es imposible que te pongas en el lugar de ese paciente.
El sistema sanitario hace que esta madre de familia tenga que compartir consulta con el padre de su hijo y escuchar la sarta de mentiras que salían por su boca. Después de años escuchando mentiras “ya voy para casa, a las cinco estoy”, “es que me he liado en la oficina, a las siete me paso”, “tranquila que yo hago la cena en cuanto llegue a casa, ya estoy terminando”. Imaginad escuchar eso día tras día durante años. Imaginad que descubres la verdad. Que ese trabajador padre de familia no pasaba tardes con su hijo por trabajo. En realidad estaba chateando todas las tardes con chicas jóvenes, rozando la legalidad. Que luego esos viajes a Madrid tenía que hacerlos en ave sólo y no en coche con toda la familia, no por exigencias de la empresa, sino porque no quería que nadie le pillase intentando tirarse a esas chicas. Imaginad cómo tienes que sentirte en esa consulta al escuchar que está mintiendo otra vez, a la cara, y diciendo que en su casa todo es perfecto y que si hay algún problema es en casa de la madre.
Obviamente salta
Obviamente tiene que dejar claro que no va a tolerar una mentira más. Y obviamente esa psicóloga de título pero con cero experiencia vital le echa a ella las culpas de todo por no llevarse bien con él.
¿Llevarse bien? ¿Te llevarías bien con quien te ha torturado durante años sin darte ni cuenta?
Hay maltrato a la mujer que es muy evidente y que se ve y se oye. La violencia de género por desgracia forma parte de nuestro día a día y todas las semanas nos desayunamos varios asesinatos.
Pero hay otro maltrato más sutil
Ese que se produce en la convivencia. Algo tan tonto como decir que la casa está sucia. Lo repites muchas veces y dejas caer que es culpa de ella. Al final hasta la propia víctima se lo cree. Acaba pensando que no ha venido a casa porque seguro que le da vergüenza que la casa no está limpia. Y es tu culpa. Pase lo que pase es tu culpa.
Hay un millón de ejemplos de parejas tóxicas que manipulan todo el entorno del cónyuge para desestabilizarlas y volverlas unas histéricas a los ojos de los demás. Hasta tu propia familia pensará que estás exagerando. Que estás histérica perdida. Pero si él no ha hecho nada. Ojo. Nada ilegal. Cosas que a lo mejor te da vergüenza contar porque en realidad no parece tan grave. No es ilegal. Pero sabes que es por hacer daño. Y vaya si funciona. Y ese goteo acaba por desestabilizar. Te das cuenta de que mientras esos desequilibrados existan y no tengan otro objetivo en la vida que no sea joderte van a seguir ahí. Interrumpiendo tu vida. Haciéndote recordar todas las mentiras mientras se tiraba a otra. No va a desaparecer. Es un duelo incompleto. Al menos cuando alguien muere dejas de verlo.
El médico de cabecera
El ejemplo dos es amiga de unos treinta años. Iba con regularidad a su doctor por varias molestias distintas. Y siempre la única solución que le daban era recetarle ansiolíticos. Eso, en el mejor de los casos, tiene sentido si tu médico de cabecera es psicólogo, de los de verdad, de los que tienen experiencia y saben analizar un caso y ver que estás deprimido. Pero es que en una de las visitas esta chica tenía un quiste del tamaño de un huevo y le quería seguir mandando ansiolíticos. Tendría menos gracia si no fuera una historia real. Pero es así.
Una mujer es candidata a ser tomada por histérica de mierda a las primeras de cambio. Sin más pruebas. Se cuestiona por defecto si de lo que se queja es cierto de entrada. Es ella la que tiene que demostrar empíricamente que lo que tiene es verdad.
El ejemplo tres es otra amiga que ha pasado por un duelo muy traumático. Pero no le han dejado llorar su pérdida. Su ex era un cabrón con todas las letras y seguramente ella será víctima de maltrato sin saberlo siquiera. Y el psicólogo que le “ayuda” para pasar su duelo le regaña si lo comenta con alguien que no sea él. Literal. Al día siguiente de contármelo a mí habló con él y me llamó para pedirme que lo olvidara y que dejáramos de vernos porque su psicólogo ha dicho que lo que le ha pasado no se lo puede contar a nadie. Sólo a él. ¿En qué momento el sistema sanitario decide la exclusividad del duelo? ¿Negar una pérdida y atiborrarse a pastillas sana a alguien alguna vez? Un beso enorme si me lees.
Sistema sanitario machista
El ejemplo cuatro es una amiga a 1.000 km a la que le niegan una simple analítica porque dicen que no le baja la regla por gorda. Y punto. Y que no sea pesada que es lo que hay. Así es que le tocará hacérsela por la privada a pesar de no tener un pavo. Por histérica y en su caso además por llevar el pelo de colores y andar tatuada por la calle. Cuestionada, etiquetada de histérica y además humillada a pesar de tener un cuerpo de infarto.
En resumen hoy quería vomitar estos casos injustos que me han llegado muy de cerca de nuestro sistema de salud y recordar que prejuzgar a las personas por ser unos histéricos o simplemente no encajar es un grave error.
Cuanto más normal, cuanto menos estrafalario, cuanto más prudente hablando o comentando. Peor.
Ser escandaloso. No quedar bien. Decir siempre la verdad aunque te haga quedar como una histérica de mierda. Cada día que pasa ese es más mi estilo.
Gracias a todas. Que no os callen. Por aquí andamos unos pocos que os escuchamos.
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