La productividad está íntimamente relacionada con el sexo. Al menos en nuestro caso. Cuando estás en una oficina ocho horas al día mantener una productividad más o menos constante dependerá de factores intrínsecos al trabajo. La motivación te la generan tus superiores en base a salario, incentivos, responsabilidades, respeto, palmaditas en la espalda. Lo que sea.
Pero trabajar desde casa es distinto.
Cuando trabajas desde un despacho improvisado al lado del dormitorio es más complicado sacar más de dos o tres horas seguidas de productividad. Entre llevar y recoger a los hijos mayores al cole. Que si uno de los coles está a 25 km, cosas de padres separados. Luego que hay poner lavadoras, lavavajillas, cocinar, limpiar la casa, organizar la ropa, extraescolares. Además tenemos un bebé que necesita constantemente que haya alguien con ella evitando que se dé chocazos contra las esquinas y proporcionándole comida y/o juguetes.
Pues eso. Que no tienes tiempo de sentarte concentrado a trabajar.
Yo prefiero la noche. De doce a cuatro o cinco de la mañana saco adelante todo lo que no he podido durante el día. Niños dormidos. Whatsapp y emails tranquilos. Silencio. Perfecto para programar.
Pero eso no nos deja tiempo de pareja.
Y lo necesitamos.
Somos los dos, adultos de alta demanda también. Nos gusta más un roce que a un tonto un lapicero. Y las horas de roce parece que tuviéramos también que agendarlas. Así es que la semana pasada de forma inconsciente nos tomamos un respiro.
Hemos tomado la mala costumbre de ponernos una serie antes de irnos a dormir, básicamente por Matilde. Nuestro bebé de siete meses, con el ruido de fondo, está más tranquila y se duerme antes si tenemos a The Good Wife puesta.
Gracias Matilde
Bebé dormido y en la camita con mi mujer es muy difícil decir me voy al despacho a hacer webs. Sobre todo porque nunca usamos ropa en la cama y el roce está a la orden del día en ese colchón de acero valirio*.
Total que de la media de 3-5 horas diarias de trabajo, la semana pasado se quedó en una hora laboral, con suerte. Eso te da para apagar incendios informáticos y poco más. Así es que nos vemos en verano, con webs pendientes y muchos trabajos por facturar. La parte administrativa siempre ha sido mi talón de Aquiles.
Con mi mujer pusimos en práctica su teoría de que el sexo focaliza para el trabajo intelectual. Hacer el amor u otras prácticas sexuales en pareja ayuda a relajar físicamente tu cuerpo y mente. Con lo que una vez que te vuelves a sentar delante del PC estás completamente enfocado y la productividad se dispara. Cuando estoy pensando en sexo no puedo centrarme bien en el trabajo. Y no soy un adolescente precisamente, pero pienso en sexo muchas veces al día.
Hay épocas más adolescentes que otras, pero la media va bien servida.
Así es que, al tener la suerte de vivir con Eva, hemos podido juntarnos dos adultos con los mismos intereses sexuales. Eso ayuda. Mucho. Pero no a trabajar como locos. Por mucho que nos centre. Si te pasas medio día en la cama no esperes que el trabajo se haga sólo. Que sí. Que estaremos muy centrados. Pero te quedas en la cama y el trabajo no sale.
¿Qué hacemos? ¿Sexo o trabajo?
Pues básicamente unas semanas parece que vayan a prohibir el sexo y nos ponemos a recuperar y hay otras que tenemos que achucharle al PC porque llega fin de mes y la hipoteca, los seguros, y el impuesto de turno no esperan. Al final entre el banco y el estado no te dejan follar. Acojonante pero cierto.
Tenemos la teoría de que no estamos montados en el dólar porque estamos muy enganchados el uno al otro y en cuanto desciende el pico de trabajo no salimos de la cama. Sí. No nos haremos ricos así. Pero para nosotros el sexo es un componente muy importante en la ecuación de la felicidad.
Besos y abrazos para tod@s.
*El colchón de acero valyrio es un clásico de nuestros seguidores del #diarioDeVillaPalet en facebook. Básicamente nos compramos un colchón vía amazon porque nos encantó un comentario negativo que leímos de él. Nos gustan las cosas con historia.
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