Tener hijos no debería separar parejas

Hoy por fin hace fresco por la noche. Dormir con la ventana abierta en agosto en Sevilla es un lujo. La luna ya no está llena pero ilumina la habitación lo suficiente para sacar la foto de mi mujer y mi hija pequeña durmiendo a mi lado. Me ha costado aguantar inmóvil cuatro segundos para que no saliera movida. Pero era importante para lo que os contaré hoy.

Quería compartir las vistas que tengo cuando me desvelo por la noche. Una vistas que me hacen relativizarlo todo.

Hoy me ha desvelado un artículo que mi mujer me ha pasado. No me ha inquietado el artículo en sí. Ha sido la reacción de mi mujer que se ha planteado qué hay de verdad en él. Y con la de mujeres que leen a este muchacho ¿cuánta gente se creerá que es la verdad? Que es lo que hay. Que no se puede hacer nada para mantener una relación de pareja viva.

Es un artículo de un señor muy mediático que viene a decir que tener hijos hace que las relaciones de pareja se vayan a la mierda. Que él seguía con su mujer después del tercero básicamente porque tienen buen humor. Que si tuvieran una tarde para ellos dos solos igual no tenían ni de qué hablar. Que lo mejor es poner telebasura y dejar terminar el día mirándose lo menos posible.

Mi realidad es otra

Hablo con conocimiento de causa, que yo ya me divorcié en su día. No por motivos de cansancio o aburrimiento de la pareja como alega este señor. No por esa lavadora tiéndela tú que yo vengo cansado del trabajo. Hay que relativizar. El cansancio es una mierda insignificante al lado de tener una familia sana.

Disfruta tu familia insensato

¿Eres de los que si no tienes problemas te los inventas? ¿Te planteas que mandar una familia a la mierda sólo por estar cansado como algo normal? ¿Por la rutina?

 

Tú no sabes nada Jon Nieve

 

Este mes de julio ha sido duro. Hemos tenido a los tres niños en casa sin colegio ni campamento. También tuvimos la rutina de los burofax de los exs que ya suena a aburrida. Y desde que empezamos a levantar el negocio hemos tenido la mayor carga de trabajo con diferencia. Muchas noches en blanco para cumplir plazos. Y niños que se levantan cuando quieren. Cansancio y ansiedad nos han acompañado este mes de julio.

Pero.

Relativicemos por favor.

Tener hijos cansa. Ya contábamos con eso. Pero la mayoría tenemos la inmensa suerte de tener niños sanos. Alergias por aquí, dermatitis por allá. Punto. Tenemos un bebé dependiente porque demanda atención constante y apenas duerme de día. Pero sonríe todo el tiempo y es una felicidad tremenda oírla corretear gateando como loca por toda la casa. Y pasará.

Eso respecto a los hijos. Lo paso rápido porque quiero centrarme en otro tema.

Ahora te hablaré del amor.

 Tú no sabes nada del amor Jon Nieve

El amor romántico de Disney está muy bien cuando eres un adolescente hormonado. Pero creo que ese no debería ser el caso de una pareja con tres hijos. El amor romántico siempre es la idealización de tu compañero/a. Y sí. Ahí la convivencia mata el amor. Porque lo acabas conociendo y resulta que no es lo que te imaginabas. Y ahora qué. Puedes madurar, conocer y entender a la persona con la que compartes cama. O puedes pillar una rabieta, decir pues no respiro y enfadarte con el mundo por haberte engañado.

Luego está el amor verdadero, con el permiso de los trolls de Frozen. Ese amor proviene de algo más que una simple atracción física o sexual. Lo normal es que provenga de ahí. Faltaría más. Pero no te puedes quedar ahí.

Como decía Erich Fromm en “El arte de amar” el amor es un arte que requiere aprendizaje, dedicación, paciencia y valor.

Una familia es una carrera de larga distancia. No nos podemos quedar en el corto plazo. Todos envejecemos, engordamos o nos quedamos calvos. La pasión hay que cuidarla pero imagino que evolucionará como todo. Y si sólo se enamoran de nuestros pellejos se pierden lo más interesante. El amor verdadero </frozen> proviene de conocer a tu compañera más allá de lo que te muestra tu querida televisión. De la comunicación completa en pareja. Hay que ser equipo. Remar en la misma dirección. Ojo. Que yo me estoy todo el día rozando con mi mujer. Que estamos deseando dejar a mi bebé con la abuela un par de horas o tres para poder tener un tiempo sin interrupciones. Pero sé que con 90 años igual el sexo bajará de la lista de prioridades en nuestra relación. O no.

¿No tienes de qué hablar? ¿Sólo de agendas y lavadoras?

Apaga la tele Jon

Para. Siéntate con ella. En la cama. Ponte muy cerca. Y abrázala. Pon tu mano en su corazón. Pregúntale qué le preocupa. Te diga lo que te diga no es un ataque. Es la solución. Escúchala. No la oigas solamente. Siente esa petición como tuya. Asúmela como lo que es. Lo que tu familia necesita. Y esto no es un ejercicio de un sólo día. Agéndalo si tanto te gusta apuntar las cosas. Pero que no te quepan dudas de con qué persona vives. Desnudar vuestra alma como rutina es lo sano. Créeme. No os guardéis nada entre vosotros.

Y no te digo que sea todo siempre sí cariño. Si estás tan envenenado como para no querer hablar con la madre de tus hijos cierra un rato los ojos y busca dentro de ti qué mató esa relación. Porque la rutina por sí sola no mata. Mata guardarse cosas dentro.Se acaba convirtiendo en rencor.

No soy terapeuta ni pretendo serlo. Pero con el amor y la familia todo funciona mejor cuando se tiene claro que hay un solo bando. Y hablar y hablar y hablar hasta que amanezca si hace falta. Hablar. No discutir.

No dejes que tu familia sean sólo lavadoras y agendas Jon.

Escucha a tu mujer.

Si te jode el trabajo mándalo a la mierda a él, no a tu mujer.

Haz mucho y bien el amor con ella.

Cuidar y hacer feliz a los tuyos tiene que ser objetivo vital. Tiene que llenarte. Si no es lo primero para ti, háztelo mirar. Algo está podrido por dentro, tronco.

Apaga la tele Jon. Y no la vuelvas a encender.