Violadores, sanfermines y los grupos de whatsapp de hombres

En mi blog no suelo hablar de “actualidad”.

Pero es que esta vez las noticias han afectado a mi día a día.

Ayer me levanté con las conversaciones de whatsapp de los violadores de los sanfermines y sus amigos.

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Yo personalmente metería en la cárcel (por poner algo legal) a los usuarios de ese grupo por presenciar una violación y no sólo no hacer nada, si no aplaudirla.

La pregunta es cómo se puede llegar a eso.

¿Nacen siendo animales que disfrutan viendo cómo unos cobardes drogan y violan a una chica?

¿Cómo se llega a ese punto?

Yo creo que tengo una respuesta.

Lo he ido viviendo, a muy menor escala, en un grupo de whatsapp al que pertenecía hasta ayer.

No se ha llegado ni de lejos a esos niveles. No tengo delincuentes sexuales entre mis amigos. Pero la tendencia del grupo, al final, moralmente reprobable era.

Es un grupo de amigos deportistas. Que espero que lo sigan siendo después de este post.

Mucha testosterona, mucha bravuconería y al final uno crea un grupo de whatsapp de “Deportistas calientes”.

Muy gracioso casi todo el tiempo.

Porno básicamente.

Joder. Siempre me ha gustado el porno.

Ahora con internet es extremadamente fácil de conseguir, pero recuerdo que en mi adolescencia lo único que había eran revistas y cintas de vhs gastadas de tanto pasarse. Y pretender tener sexo real sí que era complicado en la Sevilla capital de principio de los noventa. Al menos para mí.

A lo largo de mi vida laboral, al estar relacionado con internet, hosting, diseño, he acabado teniendo contacto con el mundo del porno digital varias veces. Y como había siempre bastante dinero de por medio, pues se lo tomaban muy en serio. Unos cobraban, otros pagaban y todos sabían bastante bien lo que hacían.

A mis niveles de testosterona tener un grupo de whatsapp que por las mañanas te manda videos y fotos para alegrarte el día le parecía bien.

Pero ya hace un tiempo que a veces no me gustaba lo que veía.

Y no me refiero sólo al negro del whatsapp.

Si no a porno mucho más amateur.

Pero que no se queda sólo en eso.

Porno del que acabas conociendo nombre y apellidos.

Y su cuenta de Facebook y de Instagram.

Es como si se estuviera poniendo de moda cazar porno privado, del que soy muy fan, pero sólo del mío.

Y entonces recuerdas casos recientes como el de Tiziana Cantone que acabó suicidándose.

O el de la pareja de la feria de un pueblo de aquí al lado. Un jueves mandaban el vídeo de una pareja haciéndolo en medio de la calle y al día siguiente estaba el Instagram y el Facebook. Sí, claro, sólo el de la chavala.

Si es que van provocando

No sé en qué momento se cruza la línea.

Cuando algo no me gustaba de lo que se mandaba al grupo, básicamente no hacía nada.

Y me temo que eso es lo que hace crecer el nivel.

A este grupo de amigos míos se han mandado fotos de mujeres deportistas. Casi que ese era el fin del grupo. Hasta yo he mandado fotos de perfiles oficiales de según qué nadadora o atleta o lo que sea que estuviera viendo en las olimpiadas. “Mira la bronce de pértiga qué pibón”.

Pero luego llega la cercanía.

Y la invasión de la intimidad.

Cuando llegan fotos de deportistas de nuestras competiciones. Que sí, que están en ropa deportiva y en un sitio público, que a lo mejor no se les ve la cara, pero… Que si fuera mi hija o mi mujer igual me cagaba en los muertos del fotógrafo. Por muy amigo mío que sea.

Puede que incluso reconozcas a alguna de las deportistas.

Pero te callas.

Y otros aplauden.

“Si en el fondo no hace daño a nadie”. Te callas porque es algo “sin importancia”. Pero otros le jalean. Y compruebas que la próxima vez ha ido a más.

En este grupo de whatsapp no hay delincuentes sexuales.

Ni se mandan violaciones de chicas drogadas.

Pero leer ayer la noticia me ha servido para comparar y ver que a otros niveles, los hombres en manada nos comportamos como animales.

Cualquier grupo de whatsapp o de telegram de hombres que se precie, a día de hoy, no le faltan un par de gifs de tetas cada mañana. Y no tengo nada en contra de las tetas. Me declaro tetista total, pero de las que saben que van a salir por ahí y les parece bien. No de las que se tiene que avergonzar porque se las enseña un familiar, que mira dónde ha acabado tu topless de la playa, o ¿no te dijo tu ex que había borrado esas fotos?

Yo hoy me he despedido de los chicos y he dejado el grupo de deportistas calientes, cagándome un poco dentro, porque he soltado cosas que no creo que hayan pillado.

Pero ellos quizá no hayan leído los comentarios de los violadores.

Ni usen gafas violeta.

Se me revolvió demasiado el estómago con los comentarios de esa panda de hijos de puta palmeros de violadores de los sanfermines.

Y no quiero que haya nada que se le parezca ni de lejos en mi vida.

Mi mujer me dice que lo que me pasa es que ahora miro el mundo con gafas violeta y soy capaz de visualizar lo jodido que lo tienen las mujeres con la panda de cabestros que andamos sueltos por el mundo.

Yo cada día reniego más de mi especie.

Hace tiempo que no soy un bruto. De hecho nunca lo he sido por acción, sólo por omisión.

Hace tiempo que no jaleo las machadas ni los tópicos de los machitos.

¿Debería haberme callado y esperar a que se me pasaran las naúseas?

¿Seguir tragando con algo que no quiero en mi vida?

Hace tiempo que soy más de hacer que de decir.

Y me siento jodidamente bien con ello.

Hay que saber cortar con lo que no te hace feliz.

No voy a salvar el mundo saliéndome de un grupo de whatsapp de tíos.

Pero no quiero seguir tragando con la violación de la intimidad de nadie.

Que sí, que es siempre de las mujeres al final. Pero sólo porque nadie ha hecho viral aún el vídeo en el que le rompen el culo al “prenda”, en la cárcel, entre cinco.