El tema de la semana hoy me viene como anillo al dedo.
Estoy acojonado.
Literalmente.
Dentro de unas horas tengo el juicio por la custodia de mi hija Paulina.
Me paro, pienso y no entiendo cómo se puede llegar a esto.
Pero es la verdad.
A día hoy, con el nivel de comunicación que tengo con su madre resulta que lo mejor es que un extraño dictamine qué es lo mejor para mi hija.
Horrible, ¿no?
Estaba anoche sentado entre amigos en una terraza con una copa enorme de cerveza. Hablando de lo divino y de lo humano. Y al final todo el mundo me viene a contar lo mismo. “No te marees tanto”, “Has hecho todo lo que un padre puede hacer por su hija, que es luchar por lo que consideras mejor por ella”.
Luego te cuentan experiencias acerca de exparejas manipuladoras que intentan poner en contra a los niños “Pues tu papá se echó novia y te olvidó”, “Él quería quedarse a solas con su pareja”. Y visto lo visto ya dudas de que eso le pueda llegar a pasar a tu propia hija.
Pues está claro.
A pesar de estar totalmente en contra de ir a juicio.
Pase lo que pase a las 12:30 en el juzgado.
Me quedan dos consuelos.
Uno. Que hice todo lo humanamente posible para evitar llegar a este punto. Hasta ir a una terapeuta de pareja con mi ex dos años después del divorcio, que creo que no es lo habitual. Por cierto. Un beso Annette. No pudo ser. Lo que se dijo en terapia parece que se lo llevó el viento.
Dos. Que si todo sale mal. En un futuro. Mi hija sabrá que siempre luché por pasar mi tiempo con ella. Por criarla, educarla y compartir todos los momentos que la vida y la ley me dejasen.
Mi miedo a no hacer nada. A que piense que no ha sido siempre lo más importante en mi vida lo aparté hace tiempo. Conforme se acercaba la fecha del juicio. Cada vez que te tentaban “Si quitas la demanda hablamos de lo que quieras”. Ya claro. Y volvemos a lo de siempre. Chantaje. Miedo. Dependecia.
Si alguien duda que la paternidad cambia, yo le aseguro que conmigo hizo maravillas.
Nunca he sido más fuerte ni he tenido las ideas más claras que ahora.
Os lo aseguro.
Ojalá este sea mi último post desde el miedo.
Ojalá el próximo sea un vídeo haciendo un flamenquín cordobés.
Ojalá.
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